lunes, 7 de febrero de 2011

Te tomaba la mano, te quería despacito sin apuros porque cuando sentía tu piel la eternidad era mía, era nuestra.

Suspiraba, yo te creía cada silaba porque nada tan celestial podía equivocarse. Celestial, cariño, tú eras celestial, como de burbujas y paraísos, como de libertad y pedacitos de sonrisas, como un corazón latiendo dulcemente tras la agitación, tras nuestra agitación.

No imagino mi historia sin ti, no me imagino la vida sin ti, sin tu brillo, sin tus cantos, tus cuentos y encantos, sin tus manos milagrosas, esas que curaban heridas y llevaban al cielo, directo sin escalas.

Contigo recorrí el sol, la luna, las estrellas, el infinito completo lo pude caminar cuando llegabas a mis secretos, que fueron más tuyos que mío.

Ahora mismo te recorrería el alma con un beso profundo, a ver si se me quita un poquito el miedo de seguir esperando tu regreso.

Mi cuerpo entero lleva un poco de ti, mi lengua tiene tu sabor, te quiero acá, dentro de todo lo que te pertenece, yo te pertenezco un poquito.

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