domingo, 8 de abril de 2012

Le Petite Mort

Eres como una ola de electricidad en mi vientre.

Me recorres, me paralizas, me electrificas, me derrites, me rindes ante ti.

Cada parte de mi cuerpo se electrifica del hambre que siente,

tengo hambre de ser penetrada,

de sentir tus palpitaciones dentro de mí, tu calor,

tu humedad.


Porque eres todo lo que necesito, me sacias, despiertas todos mis sentidos y me llevas a lugares desconocidos, placenteramente desconocidos porque tus manos conocen la ruta de mi placer, tu boca guía mi aliento y me pierde, me eleva.


Todo de ti me erotiza,


eres indescriptiblemente excitante.


Eres magia,


eres explosiones,


eres fuego,


y es que tu atractivo nunca se ha asemejado a nada,


no hay quien se te compare,


para mí eres sagrado.


Estás siempre al alcance de mis deseos.


Cierro mis ojos y apareces,


tú,


tus manos,


tu olor,


tu sexo.


Tiemblo.

Me enciendo, todo se convierte en una simple explosión continua de hambre, hambre de ti, de tu cuerpo, hambre de lo que hay entre tus piernas y de lo que espera entre las mías.
Creo que nunca había tocado las estrellas... hasta que apareciste,
nunca había estado tan mojada, nunca.


Me envuelves, todas mis puertas están abiertas para recibirte, quiero perderme en tu cuerpo, quiero escucharme gritar y agitar tu respiración como un huracán.



Al final cualquier lugar sirve para viajar al universo,
un pasillo oscuro, un sillón verde, una ducha tibia, una ventana al cielo, un campo abierto... una faldita roja.

Todo nos lleva al mismo lugar.

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